jueves, 22 de marzo de 2007

Fin de viaje (5 de marzo)

Esto se acaba. El avión sale a las 17.25 y el prior se ha ofrecido a llevarnos, lo cual es todo un detalle (hay unos 30 kilómetros hasta Ciampino), lo cual nos evita preocuparnos del taxi y él pierde un par de horas. Se lo agradecemos efusivamente. Para incordiar lo menos posible nos adaptamos al horario que mejor le venga. Quedamos en salir sobre las dos, nada más comer, así cuando regrese todavía puede descansar un poco. Debido a ello por primera vez comemos con los frailes. Nuestro plan para la última mañana es sencillo: ir al centro para hacer algunas compras, callejear un rato y regresar a la curia. Esta foto es una parte de los jardines.

Hemos tenido suerte, pensamos, cándidos de nosotros,ya que el billete de bus para tres días lo compramos a las 11.58 del viernes y, suponemos, valdrá hasta la misma hora del lunes. Con esa confianza llegamos al centro, nos dividimos por parejas para aprovechar mejor el tiempo y pasadas las doce regresamos. En el autobús leemos con asombro que este tipo de billetes tienen validez por días naturales: o sea, en nuestro caso viernes, sábado y domingo, con lo que hemos estado hoy en el filo de la navaja con riesgo de pagar 101 euros de multa por cabeza. Afortunadamente los lunes deben descansar los inspectores y llegamos sin novedad. Después de comer hicimos unas fotos en el inmenso jardín de la Curia, para despedirnos del sitio tan agradable que nos acogió estos días.

Cerca de la curia, en la plaza Carpenya, encontramos una tienda de delicatesen donde compramos unos regalos para el cuñado de Tere que nos llevó el miércoles y hoy vuelve a recogernos a Santiago. El favor es muy grande y le compramos un queso parmesano, creo recordar. Luego en el aeropuerto lo completamos con una botella de whisky.

En nuestra sin par posada comemos muy bien con los frailes, charlamos un rato con ellos (el tema de Inmaculada Rodríguez está en candelero, la señora de Granada conectada a un respirador que quiere morir, y eso preocupa a los frailes ya que está en un hospital de San Rafael. Aceptan retirárselo pero la Iglesia se opone y al final se saldrá con la suya: logrará morir pero en un hospital público) y un simpático prior nos conduce al aeropuerto. Rechaza el cinturón de seguridad porque según él tiene "bonna fortuna) y se pasa el camino haciendo gracias que nos entretienen. Sin duda, es un italiano (de Bolonia, la patria chica de Romano Prodi, con el que deja claro que tiene poco en común, lo mismo que con el español Zapatero) extrovertido y jovial.
En el aeropuerto la sorpresa. Dos horas de retraso en un recinto incómodo (por aquello de que es la estación de los vuelos baratos) con pocos asientos y mucha gente. Lo peor es el que nos espera en Santiago, donde llegamos a las diez de la noche en lugar de un par de horas antes. La foto siguiente es de la iglesia de la Curia.En fin, nada podemos hacer y tampoco es un problema grave. Sin novedades regresamos a la capital gallega, poco después a Vigo…. y una vez deshecho el equipaje a pensar que ha merecido la pena: cinco días paseando por Roma disfrutando de una ciudad especial, de buena compañía y sin otra preocupación que decidir hacia donde encaminamos nuestros pasos. Muy parecido a la felicidad. Y después a pensar en la siguiente……

1 comentario:

Clari dijo...

que lindo que es viajar. yo quiero sacar pasajes a Argentina para irme al sur. hace años quiero conocer calafate y alrededores